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domingo, 2 de enero de 2011

La sonrisa



En general, la sonrisa es el signo característico de las emociones positivas y agradables, aunque no siempre es así. La sonrisa tiene un elevado valor comunicativo, debido a que se puede utilizar con muchos objetivos.
Evidentemente, la forma de sonreír cambiará en función de la función que tenga. Cambiará la intensidad, la latencia (tiempo que tarda en aparecer), la duración, y el tiempo que tarda en desaparecer completamente Las diversas utilidades de la sonrisa son:

•  Regular una conversación : sonreír es una manera de iniciar una conversación, de preparar para la propia intervención o bien de invitar a la otra persona a que comience a hablar. Mientras se habla, la sonrisa indica a la otra persona que le comprendemos, que estamos de acuerdo con lo que nos dice. Finalmente, acabar una conversación con una sonrisa puede ser una buena forma de hacer sentirse bien a la otra persona, y de dejar un buen recuerdo para el próximo encentro.
•  Gesto de cortesía , al dar la mano, al despedirse, etc.
•  Expresar emociones positivas : alegría, placer, diversión, excitación, alivio
•  Enmascarar emociones negativas , como ira, tristeza, enfado, disgusto o miedo.
•  Expresar turbación o vergüenza
•  Coquetear

Parece demostrado que es realmente difícil igualar una sonrisa unida a emociones positivas con la que se utiliza para enmascarar emociones negativas. La causa es el grado de control voluntario que tenemos sobre los diferentes músculos que movemos cuando sonreímos.
El músculo cigomático mayor, que se extiende desde los pómulos a la comisura de los labios si puede ser controlado a voluntad. Sin embargo, el músculo orbicular, que rodea el ojo, no puede ser controlado en toda su extensión de forma voluntaria.
Varios experimentos demuestran que ese músculo se contrae completamente cuando la sonrisa es sincera, es decir, responde a una emoción positiva de verdad. Esta es la causa de que las personas notemos diferencias entre una sonrisa verdadera y otra forzada.

viernes, 17 de diciembre de 2010

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Tipos de sonrisa.


Hay siete tipos de sonrisas

Ponernos una máscara es la mejor forma de ocultar una emoción y la mejor máscara es una emoción falsa que desconcierta y actúa como camuflaje. La máscara más utilizada es la sonrisa porque forma parte de los saludos convencionales, resulta agradable y se emplea en la mayoría de los intercambios sociales.

Los movimientos faciales de la sonrisa son sencillos. Para mostrar bienestar sólo tenemos que mover un músculo que podemos accionar voluntariamente, mientras que todas las restantes emociones requieren la puesta en marcha concertada de tres a cinco músculos. Sin embargo, la sonrisa no es siempre señal de una emoción positiva. Las personas sonríen cuando se sienten desdichadas.

Sincera. Dura más cuando los sentimientos positivos son muy intensos. Participa el músculo cigomático. Se elevan las mejillas y salen “patas de gallo”.
Amortiguada.Sentimientos positivos aunque disimulando la intensidad. Se aprietan los labios, salen “patas de gallo” y se estiran las comisuras de los labios.
Falsa. Su fin es camuflar, convencer al otro de que se siente una impresión positiva. Contradice la emoción interior. De todas, es la única sonrisa mentirosa.
Burlona. Llamada también “de Chaplin”. Poco corriente. Los labios se elevan en un ángulo muy pronunciado. Insolente, se alegra del mismo hecho de sonreír.
Desdeñosa. Contracción del músculo orbicular de los labios, protuberancia en torno a las comisuras y, a veces, hoyuelo. Se confunde con una auténtica.
Temerosa. No hay expresión positiva. El músculo risorio tira de los labios hacia las orejas y los labios quedan en posición rectangular.
Triste. Muestra emociones negativas sin querer ocultar la desdicha. Es asimétrica y prolongada. Habitualmente implica que la persona no va a quejarse.


5.7.09


Historia de la sonrisa

Ramsés II sonriente
Muchos animales sonríen a su modo. Un perro, por ejemplo, sonríe meneando la cola. La sonrisa humana (al menos, su imagen) ha sido un bien escaso a través de la historia. Las primeras representaciones humanas -el arte rupestre y las esculturas paleolíticas- no le dan ninguna oportunidad a la sonrisa. Ni siquiera a las expresiones faciales. En el arte ya histórico, en Egipto, aparecen leves sonrisas. Algunos autores consideran estas sonrisas no como expresiones de felicidad, sino como el resultado de una convención estética, y otros de limitaciones técnicas. De hecho, se le llama "sonrisa arcaica". Incluso a veces se muestra la sonrisa de un guerrero lacerado que está muriendo (imagen 2). Es la misma sonrisa sutil que los historiadores del arte llaman "orientalizante", que aparece en el arte minoico y que se hará profusa en losKuroi y Korai del periodo arcaico griego, desde el siglo VII al V a.C. Y que continuará con la estatuaria funeraria etrusca.



Aún con estas excepciones, la sonrisa, tan habitual hoy en la mayoría de las fotos ("diga patataaaa", "diga treinta y tres", etc.) tardó mucho en imponerse. Tanto la Grecia clásica y helenística como la antigua Roma presentan una proporción ínfima de sonrisas. No digamos la 
Edad Media, donde la seriedad y el sufrimiento son las expresiones abrumadoramente dominantes. En el Renacimiento empieza a vislumbrarse alguna aislada sonrisa, recuperando la leve sonrisa arcaica. El ejemplo más conocido, la Gioconda de Leonardo da Vinci, debe buena parte de su fama a esa excepcionalidad. Pero la represGuerrero del templo de Afaia muriendoentación de la sonrisa no se extiende. Sigue acurrucada aún muchos siglos, hasta que, conforme avanzaba el siglo XX, se extiende la alegría facial a la mayoría de los rostros. ¿Por qué? La liberación de los miedos religiosos, el abandono de la creencia en el más allá y de la exaltación del sufrimiento y su sustitución por el hedonismo, la adquisición de un nivel cómodo de vida, son los factores que seguramente han expandido la sonrisa en los rostros humanos actuales del mundo rico.
Sin embargo, hay algo que choca con toda esta hipótesis de la extensión de la sonrisa asociada al aumento en los niveles del bienestar. Cualquier viajero que haya visitado alguna tribu o pueblo de economía precaria advierte que la gente sonríe y ríe abierta y constantemente. No así los chamanes de la tribu, ni lo
s jefes, cuya sonrisa es más rácana. Es como si la responsabilidad o la dignidad estuvieran reñidos con la sonrisa y su mayor exponente, la carcajada. ¿Alguien se imagina al Papa, o a algún ayatollah, o a algún líder muy poderosos a carcajada limpia? La risa abierta implica que se ha sido sorprendido, que se ha recibido una ocurrencia no esperada. Y no tiene mucho sentido que quien tiene hilo directo con los dioses pueda ser fácilmente sorprendido. Además, revelaría un carácter mundano en las antípodas de lo que pregonan.¿Y ahora qué?

Si analizamos las imágenes de dirigentes históricos, veremos que casi nunca han sonreido. Son muy escasos los bustos romanos sonrientes, y no hay retratos en donde la alegría brille en los rostros hasta muy recientemente. Cualquiera con la suficiente categoría social para ser retratado imitaría los usos de los dignos mandatarios, reflejando su seriedad.
Esta tendencia se ha roto desde la mitad del siglo XX, cuando algunos dirigentes, como John F. Kennedy, Ronald Reagan, el risueño Tony Blair o el hilarioso Bill Clinton la han revertido. Ahora cualquier dirigente o famoso puede sonreir frecuentemente, como hace la gente corriente. Y eso ya no es contemplado como algo negativo.




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